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  1. LAS ABANDONADAS. Cómo, me dan pena las abandonadas, que amaron creyendo ser también amadas. Y van por la vida llorando un cariño, recordando a un hombre y arrastrando un niño. Como hay quién derribe del árbol la hoja, y al verla en el suelo, ya no la recoja, y hay quién a pedradas tire el fruto verde, y lo eche rodando después que lo ...

  2. No hay quien las ampare, no hay quien las recoja más que el mismo viento que arrastra la hoja… ¡marchan con los ojos fijos en el suelo, cansadas en vano, de mirar al cielo! De sus hondas cuitas, ni el Señor se apiada, porque de estas cosas… ¡Dios no sabe nada! y así van las pobres, llorando un cariño, recordando un hombre y ...

  3. Vaqueros Musical. En ti se a ensañado. Toda la amargura. De un dolor profundo. Como si pagaras. Todos los pecados. Que hay en este mundo. A donde vas que no llores. A donde vas que no sufras. Donde quiera se te mira. Arrastrando la mentira. Y el pecado de tu amor. Cada lagrima que arranca tu dolor. Es un dardo que atraviesa el corazon.

  4. ¡y hasta hay quien se vuelva su postrer verdugo. queriendo exprimirlas si aún les queda jugo! Las abandonadas son como el bagazo. que alambica el beso y exprime el abrazo; si aún les queda zumo, lo chupa el dolor; ¡son triste bagazo, bagazo de amor! Cuando las encuentro me llenan de angustias. sus senos marchitos y sus caras mustias,

  5. 9 de dic. de 2016 · De sus hondas cuitas ni el Señor se apiada, porque de esas cosas Dios no sabe nada, y así van las pobres, llorando un cariño, recordando a un hombre, y arrastrando un niño. Las Abandonadas ...

  6. Las abandonadas. Julio Sesto. ¡Cómo me dan pena las abandonadas, que amaron creyendo ser también amadas, y van por la vida llorando un cariño, recordando un hombre y arrastrando un niño!... ¡Cómo hay quien derribe del árbol la hoja. y al verla en el suelo ya no la recoja, y hay quien a pedradas tire el fruto verde.

  7. Las abandonadas me dan estas penas porque casi todas son mujeres buenas son manzanas secas, son frutas caídas, del árbol frondoso y alto de la vida. De sus hondas cuitas ni el Señor se apiada, porque de esas cosas Dios no sabe nada, y así van las pobres, llorando un cariño, recordando a un hombre, y arrastrando un niño.