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  1. La máscara de la muerte roja por Edgar Allan Poe | CommonLit. Texto. Textos relacionados. Recursos multimedia. Guía para maestros.

  2. La máscara de la muerte roja Durante mucho tiempo, la «Muerte Roja» había devastado la región. Jamás pestilencia alguna fue tan fatal y espantosa. Su avatar era la sangre, el color y el horror de la sangre. Se producían agudos dolores, un súbito desvanecimiento y, después, un

  3. LA MÁSCARA DE LA MUERTE ROJA. a "Muerte Roja" había devastado largo tiempo la comarca. Jamás epidemia alguna habíase mostrado tan horrenda ni fatal. La sangre era su distintivo y su Avatar, el horror bermejo de la sangre. Producía agudos dolores, vértigos repentinos, y luego, abundante hemorragia de los poros, y la descomposición final.

  4. La máscara de la muerte Roja, es una obra escrita por Edgar Allan Poe en 1842, originalmente publicada como La máscara de la Muerte Roja; una fantasía". La historia sigue los intentos del príncipe Próspero de evitar una peligrosa plaga, conocida como la Muerte Roja, escondiéndose en su abadía, junto con muchos nobles ricos.

  5. La máscara de la muerte roja (1842), Edgar Allan Poe (1809-1849) Edgar Allan Poe. (Boston, 1809 - Baltimore, 1849) La máscara de la muerte roja. (“The Masque of the Red Death”, 1842) Originalmente publicado, como “The Mask of the Red Death: A Fantasy”, in Graham’s Magazine (mayo 1842); revisado, con el nuevo título, para Broadway ...

  6. Edad Media, siglo XII. Inspirada en el relato homónimo de Edgar Allan Poe (1809-1849). Mientras una plaga devastadora -conocida como la Muerte Roja- diezma la población de una pequeña provincia italiana, el sádico y excéntrico príncipe Próspero se encierra con sus amigos en una de sus propiedades fortificadas para evitar el contagio. Para evadirse de […]

  7. La máscara de la muerte roja. Hacía tiempo que la Muerte Roja devastaba el país. Nunca hubo peste tan mortífera ni tan horrible. La sangre era su emblema y su sello, el rojo horror de la sangre. Se sentían dolores agudos y un vértigo repentino, y luego los poros exudaban abundante sangre, hasta acabar en la muerte.