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  1. Xenia Aleksándrovna Románova ... la reina Olga, nieta del zar Nicolás I. Matrimonio La gran duquesa Xenia Aleksándrovna con su marido. Xenia y su primo segundo, el Gran Duque Alejandro Mijáilovich (y el mejor amigo de su hermano el zarévich Nicolás), jugaron durante su infancia en 1880.

  2. The following 5 files are in this category, out of 5 total. 716 Gerrard Street East photo by Djuradj Vujcic.jpg 952 × 714; 585 KB. Grand Duchess Olga Alexandrovna Heritage Toronto plaque (photo by Djuradj Vujcic).jpg 1,032 × 774; 877 KB. Red Cross with Imperial Portraits (Fabergé egg) surprise.jpg 1,166 × 440; 496 KB.

  3. Pedro Alexándrovich de Oldemburgo. Pedro Aleksándrovich de Oldemburgo ( San Petersburgo, 21 de noviembre de 1868- Biarritz, 11 de marzo de 1924) fue el primer marido de la gran duquesa rusa Olga Aleksándrovna Románova, la hermana más joven del zar Nicolás II de Rusia .

  4. Olga Aleksándrovna Románova. La Gran Duquesa Olga Alexandrovna de Rusia ( О́льга Алекса́ндровна Рома́нова; Olga Alexandrovna Romanova) (13 de junio [ O.S. 1 de junio] de 1882 - 24 de noviembre de 1960) fue la hija menor del emperador Alejandro III de Rusia. Su hermano mayor era el zar Nicolás II.

  5. Miguel Mijáilovich de Rusia (en ruso: Михаил Михайлович; Peterhof, 4 de octubre de 1861- Londres, 26 de abril de 1929) fue gran duque de Rusia, hijo del gran duque Miguel Nikoláyevich de Rusia y nieto del zar Nicolás I de Rusia . Se crio en el Cáucaso, donde vivió entre 1862 y 1881 con su familia, y fue educado por tutores ...

  6. Olga Aleksándrovna Románova La gran duquessa Olga de Rusia con el príncipe de Oldemburgo en 1901. Olga Aleksándrovna (en ruso Ольга Александровна Романова ) ( 13 de junio de 1882 - 24 de noviembre de 1960 ), Gran Duquesa de Rusia , hija de Alejandro III y de la Zarina María Fyodorevna , antes princesa Dagmar de Dinamarca.

  7. 14 de may. de 2024 · Nicolás II, el último zar de Rusia. El último emperador de la dinastía Romanov era un hombre que no había nacido para reinar. Su carácter tímido y su fe inquebrantable en su propio derecho divino al trono lo hicieron sordo al clamor de un país que necesitaba cambios profundos, precipitando el fin de la Rusia imperial.