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  1. La voluntad de Dios por grillos tienes, Y escrita en la arena, ley te humilla; Y por besarla llegas a la orilla, Mar obediente, a fuerza de vaivenes. En tu soberbia misma te detienes, Que humilde eres bastante a resistilla; A ti misma tu cárcel maravilla, Rica, por nuestro mal, de nuestros bienes. ¿Quién dio al pino y la haya atrevimiento.

  2. Análisis. Francisco de Quevedo escribe un poema en el que el mar es el principal protagonista, en el que se le personifica y se le da un valor divino. Su fuerza, su belleza y todo lo que le inspira lo ha reflejado en estos versos. Estamos ante un poema que se mezcla la naturaleza, la divinidad y algunas referencias a pasajes bíblicos.

  3. Ver métrica Poema siguiente Volver a Francisco de Quevedo. ... Ivan Sanchez Gonzalez 22 del 1 de 2024 a las 03:35 Creo que esta mal este poema. La version que conozco de toda la vida es esta: Érase un hombre a una nariz pegado, érase una nariz superlativa, érase una nariz sayón y escriba, érase un peje espada muy barbado.

  4. pedidla, estrellas, a cualquier que sea, que la incline siquiera a que me vea. Yo, en tanto, desatado. en humo, rico aliento de Pancaya, haré que, peregrino y abrasado, en busca vuestra por los aires vaya; recataré del sol la lira mía. y empezaré a cantar muriendo el día.

  5. Francisco de Quevedo. Es hielo abrasador, es fuego helado, es herida que duele y no se siente, es un soñado bien, un mal presente, es un breve descanso muy cansado. Es un descuido que nos da cuidado, un cobarde con nombre de valiente, un andar solitario entre la gente, un amar solamente ser amado.

  6. La obra literaria de Francisco de Quevedo es, sin duda, de las más grandes que se conservan de un poeta. Además, no se centró solo en un género, sino que tocó tanto la poesía como también la prosa. Y dentro de la poesía te encuentras tanto poemas como sonetos (caracterizados por ser catorce versos endecasílabos con rimas consonantes), como poesías más largas o cortas.

  7. Desde la torre. [Poema - Texto completo.] Francisco de Quevedo. Retirado en la paz de estos desiertos, con pocos, pero doctos libros juntos, vivo en conversación con los difuntos. y escucho con mis ojos a los muertos. Si no siempre entendidos, siempre abiertos, o enmiendan, o fecundan mis asuntos;