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  1. La casada infiel. +. - Y que yo me la llevé al río. creyendo que era mozuela, pero tenía marido. Fue la noche de Santiago. y casi por compromiso. Se apagaron los faroles. y se encendieron los grillos. En las últimas esquinas. toqué sus pechos dormidos, y se me abrieron de pronto. como ramos de jacintos. El almidón de su enagua.

  2. Resumen. En "La casada infiel", el yo lírico narra en primera persona su encuentro sexual con una mujer que se presenta como "mozuela", es decir, como joven soltera, pero en realidad tiene marido. El encuentro se da la noche de Santiago, cuando se celebra una fiesta en el barrio gitano de Sevilla.

  3. La casada infiel es un romance con rima asonante en los impares, al contrario que en el romance clásico, que aborda un encuentro amoroso entre una mujer casada y un gitano. El amor, el sexo, la hombría y el adulterio subyacen de forma evidente en esta pieza.

  4. La casada infiel es un poema cargado de amor y deseo clandestino. Escrito por el reconocido poeta español Federico García Lorca, este poema nos sumerge en una historia de pasión prohibida. En sus versos, Lorca describe con gran intensidad la relación ilícita entre una mujer casada y su amante.

  5. LA CASADA INFIEL. a Lydia Cabrera y a su negrita. Y que yo me la llevé al río creyendo que era mozuela, pero tenía marido. Fue la noche de Santiago y casi por compromiso. Se apagaron los faroles y se encendieron los grillos. En las últimas esquinas toqué sus pechos dormidos, y se me abrieron de pronto como ramos de jacintos. El almidón de ...

  6. Federico García Lorca, poesía. Estos 55 versos —incluidos en el Romancero gitano — son un alegato contra los cánones sociales y las imposiciones morales. A continuación, puedes leer La casada infiel, de Federico García Lorca. La casada infiel, de Federico García Lorca. Y que yo me la llevé al río.

  7. LA CASADA INFIEL Y que yo me la llevé al río creyendo que era mozuela pero tenía marido. Fué la noche de Santiago y casi por compromiso. Se apagaron los faroles y se encendieron los grillos. En las últimas esquinas toqué sus pechos dormidos; y se me abrieron de pronto como ramos de jacintos. El almidón de su enagua me sonaba en el oído