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CUENTO DE "LA CENICIENTA" CON FINAL DISTINTO. LA CENICIENTA. Hubo una vez una joven muy bella que no tenía padres, sino madrastra, una viuda impertinente con dos hijas a cual más fea. Era ella quien hacía los trabajos más duros de la casa y como sus vestidos estaban siempre tan manchados de ceniza, todos la llamaban Cenicienta.
Así, Cenicienta y el Príncipe se reunieron y vivieron felices para siempre, liberándola de la vida de sufrimiento que había llevado hasta ese momento. Y así concluye el cuento de Cenicienta, una historia de esperanza, amor y la creencia en la magia que puede cambiar nuestras vidas para mejor. Fin.
Finalmente, llegaron a la casa de la madrastra de Cenicienta. Los pies de su primera hermanastra no cabían en el zapato, luego pasaron a la segunda hermanastra pero tampoco.
Cuento original de La cenicienta. Érase una mujer, casada con un hombre muy rico, que enfermó, y, presintiendo su próximo fin, llamó a su única hijita y le dijo: “Hija mía, sigue siendo siempre buena y piadosa, y el buen Dios no te abandonará. Yo velaré por ti desde el cielo, y me tendrás siempre a tu lado.”.
Cenicienta lloraba tan fuerte que no pudo terminar. El hada le preguntó: –Te gustaría mucho ir al baile, ¿verdad? –¡Ay, sí! –dijo Cenicienta suspirando. –Bueno, si te portas bien –dijo su Madrina–, yo haré que vayas. La llevó a su habitación y le dijo: –Ve al jardín y tráeme una calabaza.
El tema de la Cenicienta lo tratan explícitamente Dietrich Grabbe en su Aschenbrödel de 1835 y Robert Walser en la revista Die Insel, en 1901. El poeta ruso Yevgueni Shvarts escribió en los años 20 del siglo XIX un cuento de hadas con el título Aschenbrödel ( Cenicienta ).
Tan contentas estaban que pasaron cerca de dos días sin comer. Más de doce cordones rompieron a fuerza de apretarlos para que el talle se les viera más fino, y se lo pasaban delante del espejo. Finalmente, llegó el día feliz; partieron y Cenicienta las siguió con los ojos y cuando las perdió de vista se puso a llorar.